viernes, 16 de junio de 2023

Al instante salió sangre y agua


 


"...Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua..."


San Juan 19, 34






+ Oración al Espíritu Santo


Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.


Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 


¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén






San Juan 19, 17-34


"...Y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí le crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.

Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos.»

Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en hebreo, latín y griego.

Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: "El Rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy Rey de los judíos".»

Pilato respondió: «Lo que he escrito, lo he escrito.»

Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo.

Por eso se dijeron: «No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca.» Para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica. Y esto es lo que hicieron los soldados.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena.

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»

Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.»

Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca.

Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu.

Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran.

.Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él.

Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas,sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua."









"...Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua..."


San Juan 19, 34





Jesús, muerto en la cruz, recibió una lanzada que le traspasó el corazón.


En el Evangelio de San Juan se narra: “Al llegar a Jesús, viendo que estaba muerto, no le quebraron las piernas; sino que un soldado le abrió el costado con una lanza. En seguida brotó sangre y agua”.

“Esto sucedió de modo que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ni un hueso; y otro pasaje de la Escritura dice: Mirarán al que ellos mismos atravesaron”, agrega el Apóstol.

Muchos siglos después, el Señor le reveló a Santa Catalina de Siena (1347-1380), laica italiana y Doctora de la Iglesia, el sentido de este misterioso hecho.

Santa Catalina le preguntó al Señor: “Dulce Cordero sin mancha, Tú estabas muerto cuando tu costado fue abierto. ¿Para qué, entonces, permitiste que tu Corazón fuese de tal forma herido y abierto a la fuerza?”.

Cristo le contestó: “Por varias razones, de las que te diré la principal. Mis deseos hacia la raza humana eran infinitos y el tiempo actual de sufrimiento y tortura estaban al terminar”.

“Ya que mi amor es infinito, yo no podía por este sufrimiento [temporal] manifestarte cuánto te amo. Es por eso que yo quise revelarte el secreto de mi Corazón, permitiéndote verlo abierto, para que puedas entender que te amé mucho más de lo que te podía probar por un sufrimiento que ha terminado”.










Más de trescientos años después, Jesucristo le dijo a Santa Margarita María de Alacoque (1647-1690) y, mostrándole su Sagrado Corazón:


“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor.  Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado”, le reveló.







"También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute”, añadió.





"Su Corazón, por ser la parte más noble de su naturaleza humana, está unido hipostáticamente a la persona del Verbo Divino; es por esto que debemos tributarle el mismo culto de adoración con que la Iglesia honra a la persona del mismo Hijo de Dios encarnado."


"Cristo unió verdaderamente a su Persona Divina una naturaleza humana, individual, íntegra y perfecta, concebida en el seno purísimo de la Virgen María por virtud del Espíritu Santo. Por tanto, esta naturaleza humana unida al Verbo de Dios no carecía absolutamente de nada; Él mismo la asumió plena e íntegra, sin ninguna disminución ni cambio, tanto en los elementos constitutivos espirituales como en los corporales, conviene a saber: dotada de inteligencia, de voluntad y de todas las demás facultades cognoscitivas, internas y externas; dotada, asimismo, de las potencias afectivas sensibles y de todas las pasiones naturales."


"Su Corazón, más que cualquier otro miembro de su cuerpo, es un signo o símbolo natural de su inmensa caridad hacia el género humano. En el Sagrado Corazón se encuentra el símbolo y la imagen expresa del amor infinito de Jesucristo, que nos obliga a amarnos los unos a los otros."


 "Jesucristo poseía un verdadero Cuerpo humano que gozaba de todos los sentimientos que le son propios, y entre los cuales el amor supera a todos los demás, tampoco puede haber duda de que fue dotado con un corazón físico, en todo semejante al nuestro, ya que, sin esta parte tan noble del cuerpo, no puede haber vida humana, incluso en lo relacionado con los afectos."


(Pío XII, Encíclica Haurietis aquas, 15 de mayo de 1956)








«Señor, no soy digno de que entres en mi casa; pero una palabra tuya bastará para sanarle.

Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.»

Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande».


San Mateo 8,5-10.





 "Y, en compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor". 









(DE LA HOMILÍA DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI, Viernes 19 de junio de 2009)


En el Antiguo Testamento se habla veintiséis veces del corazón de Dios, considerado como el órgano de su voluntad: el hombre es juzgado en referencia al corazón de Dios.


 A causa del dolor que su corazón siente por los pecados del hombre, Dios decide el diluvio, pero después se conmueve ante la debilidad humana y perdona. 


Hay un pasaje del Antiguo Testamento en el que el tema del corazón de Dios se expresa de manera muy clara: se encuentra en el capítulo 11 del libro del profeta Oseas, donde los primeros versículos describen la dimensión del amor con el que el Señor se dirigió a Israel en el alba de su historia: "Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo" (v. 1).


 En realidad, a la incansable predilección divina Israel responde con indiferencia e incluso con ingratitud. "Cuanto más los llamaba —se ve obligado a constatar el Señor—, más se alejaban de mí" (v. 2). Sin embargo, no abandona a Israel en manos de sus enemigos, pues "mi corazón —dice el Creador del universo— se conmueve en mi interior, y a la vez se estremecen mis entrañas" (v. 8).


¡El corazón de Dios se estremece de compasión! 


En esta solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús la Iglesia presenta a nuestra contemplación este misterio, el misterio del corazón de un Dios que se conmueve y derrama todo su amor sobre la humanidad.


 Un amor misterioso, que en los textos del Nuevo Testamento se nos revela como inconmensurable pasión de Dios por el hombre.


 No se rinde ante la ingratitud, ni siquiera ante el rechazo del pueblo que se ha escogido; más aún, con infinita misericordia envía al mundo a su Hijo unigénito para que cargue sobre sí el destino del amor destruido; para que, derrotando el poder del mal y de la muerte, restituya la dignidad de hijos a los seres humanos esclavizados por el pecado.


 Todo esto a caro precio: el Hijo unigénito del Padre se inmola en la cruz: "Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1).


 Símbolo de este amor que va más allá de la muerte es su costado atravesado por una lanza. A este respecto, un testigo ocular, el apóstol san Juan, afirma: "Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua" (Jn 19, 34).


Detengámonos a contemplar juntos el Corazón traspasado del Crucificado. En la lectura breve, tomada de la carta de san Pablo a los Efesios, acabamos de escuchar una vez más que "Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo (...) y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús" (Ef 2, 4-6).



 Estar en Cristo Jesús significa ya sentarse en los cielos.



 En el Corazón de Jesús se expresa el núcleo esencial del cristianismo; en Cristo se nos revela y entrega toda la novedad revolucionaria del Evangelio: el Amor que nos salva y nos hace vivir ya en la eternidad de Dios.


 El evangelista san Juan escribe: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16).


 Su Corazón divino llama entonces a nuestro corazón; nos invita a salir de nosotros mismos y a abandonar nuestras seguridades humanas para fiarnos de él y, siguiendo su ejemplo, a hacer de nosotros mismos un don de amor sin reservas.


...


Incluso nuestras carencias, nuestros límites y debilidades deben volvernos a conducir al Corazón de Jesús. Si es verdad que los pecadores, al contemplarlo, deben sentirse impulsados por él al necesario "dolor de los pecados" que los vuelva a conducir al Padre.



...







San Juan 11, 21-27

 

"Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá. Jesús le dijo*: Tu hermano resucitará. Marta le contestó*: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final. Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? Ella le dijo*: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene al mundo."








Contemplamos la auto-donación de Dios



Que sentido tiene para la tradición bíblica el costado abierto exponiendo un corazón traspasado:


Juan, el joven seguidor del Maestro; que en aquel momento «vio no sólo lo que ocurría bajo la mirada de todos, sino que, a la luz del Espíritu Santo, después de la Pascua; vio también el sentido de lo que había sucedido: que en ese momento era inmolado el verdadero Cordero de Dios y se realizaba el sentido de la Pascua antigua; que Cristo en la cruz era el nuevo templo de Dios»


Dios se revela «sub contraria specie», es decir; bajo lo contrario de lo que él es en realidad: revela su potencia en la debilidad, su sabiduría en la necedad, su riqueza en la pobreza.


Dios se revela «sub propia specie», es decir, por lo que él es, en su realidad más íntima y más verdadera.


Sólo en la cruz se hace manifiesto hasta dónde se abre paso esta capacidad infinita de auto-donación de Dios.


Jesús muere en la víspera de la Pascua judía, cuando en el Templo se inmolaban oficialmente los corderos pascuales. Al subrayar esta coincidencia el Evangelista insinúa que el sacrificio de Cristo sustituía a los sacrificios de la antigua Ley e inauguraba la Nueva Alianza con su sangre. 



«Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13,1); «Tanto amó Dios al mundo que dio (¡a la muerte!) al Hijo unigénito» (Jn 3,16); «Me amó y entregó (¡a la muerte!) a sí mismo por mí» (Gál 2,20).




"...Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua..."


San Juan 19, 34









San Juan 21, 15-19


Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a decirle por segunda vez:«Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas». Le dice por tercera vez:«Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. «En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras». Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho ésto, añadió: «Sígueme».





LA SANGRE DE TU HERMANO CLAMA A MÍ DESDE EL SUELO







«Caín se lanzó contra su hermano Abel y lo mató» (Gn 4, 8)


El pecado es la raíz de la violencia contra la vida


 «No fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los vivientes; él todo lo creó para que subsistiera... Porque Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo imagen de su misma naturaleza; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen» (Sb 1, 13-14; 2, 23-24).





«Caín dijo a su hermano Abel: "Vamos afuera". Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató.

El Señor dijo a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel?". Contestó: "No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?". Replicó el Señor: "¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo".




El hermano mata a su hermano. Cristo se asemejó a nosotros y quizo hermanarse por el bautismo a nosotros para derramar su sangre, ofrecer su corazón y dar su vida por sus hermanos.


 ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano? » (Gn 4, 9).


Cristo responde al Padre configurándose como el hermano guardian.




Tarea:

Parabola del Hijo Pródigo San Lucas 15, 11-32

(Un tercer hermano tácito)




Este es el Corazón que más ha amado y sigue amando a todos los hombres, también a los que lo traspasaron con la lanza. Por eso le pedimos al Señor que nuestro corazón sea semejante al suyo: manso y humilde, puro, misericordioso y compasivo; porque la fidelidad de Dios nos enseña a acoger la vida como un acontecimiento de su amor y nos permite testimoniar este amor al prójimo.


"Dios permitió la lanzada para que a través de la llaga abierta en el costado de Jesús tuviéramos acceso a su Corazón, a la amistad con Él. Nuestro destino es ser amigos suyos. Nosotros no lo somos y nos alejamos, con nuestros pecados, con nuestros caprichos y muchas otras cosas. Él es fiel a la amistad porque nos ha llamado a vivirla. Nos ha elegido para ser sus amigos: “Ya no os llamo siervos (…), a vosotros os amigos” (Jn 15, 15). ¿Cómo habla Jesús a Judas, en el momento de la traición?: “Amigo, ¿a qué vienes?” (Mt 26, 50). Él es fiel. No le dice: “Vete porque tú te has alejado de mí. Vete”. ¡No! Él hasta el final es fiel al don de la amistad. Por eso podemos confiar plenamente en el Señor. Jamás nos defraudará el más fiel Amigo que tenemos, el Sagrado Corazón de Jesús."  (Papa Francisco, Homilía 14.V.2018)


Era para ellos como quien alza a un niño hasta sus mejillas, y me inclinaba hacia él y le daba de comer. Mi corazón está en mí trastornado, y a la vez se estremecen mis entrañas. No daré curso al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraím, porque soy Dios, no hombre; en medio de ti yo soy el Santo, y no vendré con ira (Os 11, 1.3-4.8-9)


Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único (Jn 3, 16).


En el Gólgota, el cuerpo sin vida del Redentor, libre ya de dolores, es atravesado por una lanza, y su Corazón… traspasado de amor. Del costado abierto por la lanzada se abrió la puerta de la vida; y del Corazón de Jesús brotó con fuerza sangre y agua… manaron los sacramentos, en los que se nos concede la gracia y se alimenta nuestra fe y nuestro amor. La llaga se hizo manantial de gracia. Así como del costado del primer padre dormido Dios formó a la primera mujer, del costado del Crucificado muerto salió la Iglesia, esposa de Cristo.


"Y es entonces cuando uno de aquellos soldados clavó su lanza en el costado del Señor. Y esto fue permisión de la divina providencia, a fin de que, brotando de la herida sangre y agua, se derramase el precio de nuestra salud, el cual, manando de la fuente arcana del corazón, diese a los sacramentos de la Iglesia la virtud de conferir la vida de la gracia, y fuese para los que viven en Cristo como una copa llenada en la fuente viva, que salta hasta la vida eterna" (San Buenaventura, El árbol de la vida 29-30).





San Agustín de Hipona:


Con mucha precaución se abstuvo el Evangelista de usar las palabras hirió su costado, o lo rasgó, sino abrió, a fin de que en cierto modo se franqueara la puerta por donde brotaron los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales no se entra en la verdadera vida. Y sigue: "Y al instante salió sangre y agua". La sangre fue derramada por la remisión de los pecados, y el agua para suave bebida y purificación.

 Por esta razón fue hecha la primera mujer del costado de Adán dormido, y este segundo Adán, inclinando la cabeza, durmió en la cruz, para que fuese formada su esposa y saliera de su costado durante su sueńo. 

Oh muerte que a los muertos resucitas! ¿Qué hay más puro que esta sangre? ¿Qué más saludable que esta herida?





Un Sacerdote con crisis de Fe y miles de fieles testigos de un Milagro



La carne se mantuvo intacta, pero la sangre se dividió en el cáliz, en 5 partículas de diferentes tamaños y formas irregulares. Los monjes decidieron pesar las partículas y descubren fenómenos particulares sobre el peso de cada una de ellas.

Inmediatamente la Hostia y las cinco partículas fueron colocadas en un relicario de marfil.






Significado Espiritual de este milagro


Como ha sido comprobado, la Hostia que fue milagrosamente convertida en Carne, es compuesta del tejido muscular del corazón humano (miocardio).


Nuestro Señor muestra su Corazón Eucarístico, traspasado por los pecados de la humanidad. Corazón que se deja traspasar por Amor. Corazón humano y divino, que sufre y ama.


De tantas manera Jesús nos tiene que recordar que está vivo, que su Corazón arde de amor por los hombres, que su Corazón es de carne, con sentimientos, deseos, ansias por salvarnos y que todavía sufre por tantos desprecios, blasfemias e indiferencias de nosotros pecadores.


Su Corazón es fuente abierta de gracia y misericordia. De este Corazón fluyó sangre y agua, símbolo de liberación y purificación para nuestros corazones.


Este Milagro Eucarístico de Lanciano nos llama a la reparación, a ser almas de oración constante, en reparación por tantos pecados, por los nuestros y por los del mundo entero.


Parece que Jesús hoy nos dice - ( Habrá alguien que tenga compasión de Mi, que viva con amor, que cumpla con virtud y perfección su vocación, para que la Sangre Preciosa de Nuestro Señor no se derrame en vano... )


Este Milagro Eucarístico es un llamado urgente a la conversión, a reflexionar sobre nuestras vidas, pasadas y presentes. A tomar en serio la vida espiritual, y emprender el camino estrecho que nos lleva a la santidad, a la vida de virtud y perfección. Es una llamada de Dios a dejarnos purificar por el crisol del sufrimiento en nuestras vidas.


Además de que es muy significativo que este milagro sucediera en la ciudad llamada por el nombre de Longinos, el que traspasa el corazón de Jesús, y existe otro paralelo con lo que paso con Longinos: El sacerdote al contemplar el Corazón Eucarístico de Jesús y su sangre, recibió la gracia de la conversión.


Otro detalle importante es que en este milagro eucarístico Jesús permitió ser crucificado de nuevo. Después del milagro, la Hostia fue clavada a un pedazo de madera, para que al secarse no se enrollara como le sucede a la carne. Aquí estaba El otra vez con clavos en Su Cuerpo, clavado a un pedazo de madera.


Se hicieron pruebas de la Carne y la Sangre y se descubrió un fenómeno inexplicable. Las cinco bolitas de Sangre coagulada son de diferentes tamaños y formas. Pero cualquier combinación pesa en total lo mismo. En otras palabras, 1 pesa lo mismo que 2, 2 pesan lo mismo que 3, y 3 pesan lo mismo que 5. Este resultado esta marcado en una tabla de mármol en la Iglesia.


A través de los años se han hecho muchas investigaciones. Nuestro Señor se ha permitido ser pinchado y cortado, examinado a través de microscopio y fotografiado.


A las distintas investigaciones eclesiásticas siguieron las científicas, llevadas a cabo desde 1574, en 1970-71 y en 1981. En estas últimas, el eminente científico Profesor Odoardo Linoli docente en Anatomía y Histología Patologica y en Química y Microscopía Clínica, con la colaboración del Profesor Ruggero Bertelli de la Universidad de Sena, utilizó los instrumentos científicos más modernos disponibles.


Los análisis, realizados con absoluto rigor científico y documentados por una serie de fotografías al microscopio, dieron los siguientes resultados:


* La Carne es verdadera Carne. La Sangre es verdadera Sangre.


* La Carne y la Sangre pertenecen a la especie humana.


* La Carne está constituida por el tejido muscular del corazón. En la Carne están presentes, en secciones, el miocardio, el endocardio, el nervio vago y, por el relevante espesor del miocario, el ventrículo cardiaco izquierdo.


* La Carne es un CORAZON completo en su estructura esencial.


* La Carne y la Sangre tienen el mismo grupo sanguíneo (AB, el mismo de la Sábana Santa).


* En la Sangre se encontraron las proteínas normalmente fraccionadas, con la proporción en porcentaje, correspondiente al cuadro Sero- proteico de la sangre fresca normal.


* En la Sangre también se encontraron estos minerales : Cloruro, fósforo, magnesio, potasio, sodio y calcio.


* La conservación de la Carne y de la Sangre, dejadas al estado natural por espacio de doce siglos y expuestas a la acción de agentes atmosféricos y biológicos, es de por sí un fenómeno extraordinario.


Se puede decir que la Ciencia ha dado una respuesta segura y exhaustiva acerca de la autenticidad del Milagro Eucarístico de Lanciano.





Oración al Divino Corazón


Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las  sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros,  amaros y serviros como fiel dicípulo vuestro para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que, generoso, concedéis a los que de veras os  conocen, aman y sirven.

¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! ¡Mirad que soy muy rudo, oh soberano Maestro!, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para  luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los frágiles, y caigo a cada paso y necesito apoyarme en Vos, para no desfallecer.

Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón; socorro de  mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo  mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis, cuando con tan tiernos acentos dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: "Venid a mí, aprended de mí, pedid, llamad..." A las puertas de vuestro Corazón vengo, pues hoy, y llamo y pido y espero. Del mío os hago, ¡oh Señor!, firme, formal, y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.







Mártires, una misión eficaz

Homilía Monseñor Fridolin Ambongo La Iglesia de la República Democrática del Congo tiene cuatro nuevos beatos que dan testimonio de la labor...