martes, 7 de marzo de 2023

Introducción

 






Objetivo:    "Y la Palabra se hizo carne"



Oración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén



1.-


San Juan 1, 1-15


"1.En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.  2.Ella estaba en el principio con Dios. 3.Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4.En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5.y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.  6.Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7.Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8.No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9.La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 10.En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. 11.Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. 12.Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13.la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. 14.Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 15.Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»"







"Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»" (Jn 1, 15)






El anuncio de San Juan Bautista es necesario, por que se trata de la Redención, del advenimiento del Reino de Dios.




Reino que es "Luz que vence las tinieblas", que el mundo no conoce, pero que se debe anunciar a la humanidad, para responder a la llamada de "hacerse hijos de Dios..."




De ahí la fuerza de la  afirmación  «nadie puede servir a dos señores. No podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mt 6,24). El que quiere agradar a Dios y también al mundo está perdiendo el tiempo, pues no va a conseguir ni lo uno ni lo otro; al menos, no lo primero. Sus esfuerzos —si es que persiste en ellos— van a ser interminables. Tan inacabables como los esfuerzos de un hombre que pretendiera colmar una tinaja, acarreando laboriosamente a ella agua y más agua, pero dejando al mismo tiempo que permaneciera en su base una grieta. Sería una tarea condenada al fracaso.








Renuncia al mundo quien se autoriza a sí mismo a abrazar  aquellas formas esplendorosas de verdad y de vida, que van más allá de los límites del mundo  y que se adentran en lo que ya es «locura y escándalo de la cruz» (1Cor 1,23).





Es «lo único necesario» (Lc 10,41). La enseñanza de Jesús insiste siempre en ese planteamiento tan absoluto: «Buscad primero de todo el Reino y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura» (Mt 6,33). «Es semejante el reino de los cielos a un tesoro escondido en el campo, que quien lo encuentra lo oculta y, lleno de alegría, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo» (Mt 13,44).




Se escucha el clamor  de la Esposa de Cristo que es la Iglesia, el pueblo fiel, el Cuerpo Místico, que se deja conducir, iluminar y transformar por la gracia de Cristo y la predicación del Evangelio en sus Pastores, en el Magisterio y la enseñanza de los santos:






2.-  

       Los inicios...




La catequesis como conducta de los discípulos de Jesús y hecho teológico y misterio de la acción del Espíritu Santo,  tiene sus inicios en la misma fundación de la Iglesia y en los inicios de la historia de los bautizados.









San Mateo 28, 18-20


"Jesús se acercó a ellos y les dijo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discipulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñales a cumplir todo lo que te han encomendado. Estoy contigo todo el día hasta el final de la historia.»"




Y el Espíritu revoloteo en el corazón de primeros cristianos como en las aguas del Génesis:




Hechos 11, 19-21


"Los que se habían dispersado cuando la tribulación originada a la muerte de Esteban, llegaron en su recorrido hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la Palabra a nadie más que a los judíos. Pero había entre ellos algunos chipriotas y cirenenses que, venidos a Antioquía, hablaban también a los griegos y les anunciaban la Buena Nueva del Señor Jesús. La mano del Señor estaba con ellos, y un crecido número recibió la fe y se convirtió al Señor."




3.-      Contexto

         


Se llama catequesis a la predicación de la doctrina cristiana dada generalmente de modo orgánico y sistemático, con miras a la iniciación en plenitud de la vida cristiana (cf. Ex. Ap Catechesi tradendae, n. 18). Normalmente va unida a la recepción de ciertos sacramentos, pero puede impartirse en otros contextos.


Se puede decir que la catequesis es una función esencial para la Iglesia, en la medida en que con ella se desarrolla el mandato recibido del Señor: «id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Mc 16, 15). Evidentemente la catequesis no es el único modo de cumplir con este mandamiento, pero el hecho es que en la Iglesia ha existido un proceso catequético desde los primeros cristianos.







Conforme al  Derecho:


 El canon 775 da al Obispo diocesano la competencia sobre la organización de la catequesis.


Can. 777. Procure el párroco especialmente, teniendo en cuenta las normas dictadas por el Obispo diocesano.


1 que se imparta una catequesis adecuada para la celebración de los sacramentos;

2 que los niños se preparen bien para recibir por primera vez los sacramentos de la penitencia, de la santísima Eucaristía y de la confirmación, mediante una catequesis impartida durante el tiempo que sea conveniente;

3 que los mismos, después de la primera comunión, sean educados con una formación catequética más amplia y profunda;

4 que, en la medida que lo permita su propia condición, se dé formación catequética también a los disminuidos físicos o psíquicos;

5 que, por diversas formas y actividades, la fe de los jóvenes y de los adultos se fortalezca, ilustre y desarrolle.


Por lo tanto, los sujetos de la catequesis son tres:


a) El Obispo, que ha de dictar las normas que se refieren a la catequesis en su diócesis.

b) El párroco, que tiene la obligación de organizar la catequesis en su ámbito.

c) El fiel, que tiene derecho a recibir la catequesis. A este respecto, el canon citado describe varias situaciones:



1. Se debe impartir para recibir los sacramentos.

2. Se debe procurar la continuación de la catequesis una vez recibidos los sacramentos de iniciación cristiana.

3. Se debe ofrecer también a los jóvenes y adultos.

4. No se debe omitir para los disminuidos físicos o psíquicos, aunque adecuada a sus condiciones.




Se debe tener en cuenta, por otro lado, que no es una obligación del fiel colaborar en la catequesis. Esto requiere una matización: ... 

Las obligaciones de los cáns. citados se pueden concretar de muchas maneras, no necesariamente ayudando en una catequesis.


Otro aspecto a considerar es el deber de los padres de atender a la educación cristiana de sus hijos:


Can 226 § 2. Por haber transmitido la vida a sus hijos, los padres tienen el gravísimo deber y el derecho de educarlos; por tanto, corresponde a los padres cristianos en primer lugar procurar la educación cristiana de sus hijos según la doctrina enseñada por la Iglesia.


Serán ellos, por lo tanto, los responsables de la formación cristiana de sus hijos. La concreción de este deber abarca múltiples aspectos, pero en este campo incluye la obligación de facilitarles la recepción de los sacramentos de la iniciación cristiana en los momentos adecuados, inscribiéndolos para ello en la catequesis de acuerdo con las directrices generales del Obispo en cada diócesis.







Las tareas de la catequesis deben realizar la finalidad de la predicación de los Apóstoles:


En los Evangelios aprendemos bastante acerca de la excelente peda­gogía que usa Jesús con sus discípu­los y que nosotros, sus discípulos tam­bién debemos imitar:


* Jesús les daba a conocer las dife­rentes dimensiones del Reino de Dios "a vosotros se os ha dado a conocer los misterios del Reino de los cielos" [Mt 13,11],


* Les enseñaba a orar ("cuando oréis, decid: Padre..." [Lc 11,21],


* Les inculcaba las actitudes evan­gélicas ("aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón" [Mt 11,29],


* Les iniciaba en la misión ("les envío de dos en dos" [Lc 10,1]






La continua preocupación del Romano Pontífice:


 San Juan Pablo II que dirigió a los participantes en una sesión del consejo internacio­nal para la Catequesis:


Amadísimos: Sabed que llevo muy en el corazón vuestro trabajo. De vosotros, en efecto, depende en gran parte la eficacia del anuncio cristiano, que está destinado a dar frutos en la vida diaria de los bauti­zados. Por esto, es mi deber recordaros a todos vosotros ante el Señor en la oración, con el fin de que El ilumine vuestras men­tes, robustezca vuestras voluntades, fecun­de vuestros esfuerzos. La renovación de la catequesis debe ser considerada verdaderamente como un don del Espíritu San­to a la Iglesia (Catechesi tradendae, 3). Al dirigiros mi palabra de ánimo, quiero ha­blar a cuantos comparten con vosotros la responsabilidad de la búsqueda y de fa ex­perimentación, así como también a todos los padres, catequistas y profesores, que humildemente y con alegría ejercen el apostolado catequístico en las casas, en las parroquias, en los grupos.




San Pablo VI:


"...Todos los laicos, de cualquier condición que sean son llamados y obligados a este apostolado, útil siempre y en todas partes, y en algunas circunstancias el único apto y posible, aunque no tengan ocasión o posibilidad para cooperar en asociaciones.

Hay muchas formas de apostolado con que los laicos edifican a la Iglesia y santifican al mundo, animándolo en Cristo.

La forma peculiar del apostolado individual y, al mismo tiempo, signo muy en consonancia con nuestros tiempos, y que manifiesta a Cristo viviente en sus fieles, es el testimonio de toda la vida seglar que fluye de la fe, de la esperanza y de la caridad. Con el apostolado de la palabra, enteramente necesario en algunas circunstancias, anuncian los laicos a Cristo, explican su doctrina, la difunden cada uno según su condición y saber y la profesan fielmente.

Dignos de especial honor y recomendación en la Iglesia son los laicos, solteros o casados, que se consagran para siempre o temporalmente con su pericia profesional al servicio de esas instituciones y de sus obras. Sirve de gozo a la Iglesia el que cada día aumenta el número de los laicos que prestan el propio ministerio a las asociaciones y obras de apostolado o dentro de la nación, o en el ámbito internacional o, sobre todo, en las comunidades católicas de misiones y de Iglesias nuevas.." (San Pablo VI, APOSTOLICAM ACTUOSITATEM)





La catequesis es una educación en la fe de los niños, de los jóvenes y adultos, que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgánico y sistemático con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana" (CT 18).




Catecismo de la Iglesia 1268-1270


1268 Los bautizados vienen a ser "piedras vivas" para "edificación de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo" (1 P 2,5). Por el Bautismo participan del sacerdocio de Cristo, de su misión profética y real, son "linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz" (1 P 2,9). El Bautismo hace participar en el sacerdocio común de los fieles.

1269 Hecho miembro de la Iglesia, el bautizado ya no se pertenece a sí mismo (1 Co 6,19), sino al que murió y resucitó por nosotros (cf 2 Co 5,15). Por tanto, está llamado a someterse a los demás (Ef 5,21; 1 Co 16,15-16), a servirles (cf Jn 13,12-15) en la comunión de la Iglesia, y a ser "obediente y dócil" a los pastores de la Iglesia (Hb 13,17) y a considerarlos con respeto y afecto (cf 1 Ts 5,12-13). Del mismo modo que el Bautismo es la fuente de responsabilidades y deberes, el bautizado goza también de derechos en el seno de la Iglesia: recibir los sacramentos, ser alimentado con la palabra de Dios y ser sostenido por los otros auxilios espirituales de la Iglesia (cf LG 37; CIC can. 208-223; CCEO, can. 675,2).

1270 Los bautizados "renacidos [por el bautismo] como hijos de Dios están obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia" (LG 11) y de participar en la actividad apostólica y misionera del Pueblo de Dios (cf LG 17; AG 7,23).

785 "El pueblo santo de Dios participa también del carácter profético de Cristo". Lo es sobre todo por el sentido sobrenatural de la fe que es el de todo el pueblo, laicos y jerarquía, cuando "se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para siempre" (LG 12) y profundiza en su comprensión y se hace testigo de Cristo en medio de este mundo.










4.-

La  Catequesis, clave para la Espiritualidad católica, la perfección cristiana, la ética del pueblo fiel. (Teología Espiritual y La teología Moral) 



«SED PERFECTOS, COMO VUESTRO PADRE CELESTIAL ES PERFECTO» (MT 5,48)


San Ignacio de Loyola nos muestra que el fin del ser humano es alcanzar el esplendor de la Bienaventuranza, que es la santidad, cada uno según el estado de vida, respondoiendo en una vocación particular, a la vocacion universal, que es la santidad querida por Díos, lo que constituye de verdad  la felicidad y realización del ser humano.




PRINCIPIO Y FUNDAMENTO, TEXTO ORIGINAL DE SAN IGNACIO



“El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma; y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para el hombre y para que le ayuden a conseguir el fin para el que es creado."



“El espíritu está llamando a hombres y mujeres a salir al encuentro de todos aquellos que esperan descubrir la belleza, la bondad y la verdad de la fe cristiana”, escribió el papa en “Antiquum Ministerium” (Ministerio antiguo) (Papa Francisco, 11 de mayo 2021)






Ser un llamado que requiere en quien lo recibe una escucha y, para que se transforme en vocación, necesita la respuesta positiva (de fe) de aquel o aquella a quien va dirigido.




1º) Fidelidad a Jesús Resucitado, a su Palabra (CEC 75.100) tanto escrita (Sagrada Escritura), como oral (Tradición Viva a través de la Sucesión Apostólica de los Obispos, que se remonta a la Comunidad Apostólica formada por Jesús y los Apóstoles). Ambas interpretadas auténticamente por el Magisterio de la Iglesia (compuesto por el Papa y los Obispos en comunión).


La inteligencia de esta Palabra crece cuando los fieles la leen, estudian y contemplan en forma orante, y cuando la proclaman los Obispos, que por la Sucesión Apostólica poseen el carisma de la verdad (CEC 94).


2º) Fidelidad a la Iglesia, es decir al Magisterio Ordinario y Extraordinario del Papa y de los Obispos que, como dijimos, por la sucesión apostólica poseen el carisma de la verdad, y que componen el Magisterio de la Iglesia, encargado de custodiar, explicar, aclarar, proclamar la Revelación, tanto escrita (Sagrada Escritura) como oral (Tradición Viva –distinta de las tradiciones eclesiales-CEC 83) CEC 85-87.


3º) Fidelidad al ser humano. Es decir, asumir y purificar los valores de la cultura, de la religiosidad popular (CEC 1674-1676.1679).


Hay que saber descubrir la ausencia o presencia de Dios en lo cotidiano (trabajo - estudio - familia -  espíritu).


4º) Conversión y crecimiento. Es el proceso de seguimiento de Jesús, de su imitación, y del crecimiento en la santidad personal.



El cristianismo es una Persona, y esa Persona es Jesús.


 Él mismo te enseñará en tu interior (Jer. 3l, 3l-34), te dará un corazón y un espíritu nuevo (Ez. 36), y vendrá a Tí para cenar juntos en un ágape de caridad (Ap 3,20), sin desmerecer por ello a alguien que, en el nombre de Jesús, te las recuerde.


5º) Y la catequesis tiene que ser integradora.

Es decir, conocer la Palabra de Dios y saber anunciarla.


Celebrarla en la liturgia, principalmente en la Eucaristía, los demás sacramentos, y la Liturgia de las Horas, fundamentalmente en Laudes y Vísperas.

Y Testimoniarla en la vida a través de las virtudes, en el trabajo, la familia, la escuela o Universidad, el barrio, la oficina, el club, etc.







5.-  Santidad




La palabra “catequesis” proviene del verbo griego, katexein, la cual, San Pablo utilizaba ara indicar la “enseñanza oral de la fe” (1Cor 14, 19; Gal 6,6). 


En un primer sentido,  la predicación de la palabra de Dios, y luego tenía lugar la explicación de la palabra predicada. 


Tiempo después, se empleó en un sentido técnico para darle significado a la “formación cristiana previa a la recepción del bautismo”. 

Las persecuciones cristianas, tales como la de Decio (que gobernó entre el año 249 y 251) más la presencia de las herejías, motivaron a la Iglesia a someter a los catecúmenos a la prueba del tiempo y la perseverancia, ya que podían confundir la buena fe de quienes se acercaban al cristianismo.

Es a partir de la paz constantiniana que se produce una gran afluencia de conversiones a la fe, la cual determinará una organización estable, cuya estructura se perfilará de modo significativo a lo largo del s. IV.


Es en este siglo donde se escribirán los grandes tratados catequéticos de San Ambrosio, San Agustín, San Cirilo de Jerusalén y San Crisóstomo, entre otros.


La tarea de la enseñanza correspondía al obispo respectivo. En los primeros siglos del cristianismo no presentaba una gran dificultad, debido al reducido número de catecúmenos. 

Pero a partir del siglo III, el número de peticionarios del bautismo era muy considerable, por lo que los obispos solían recurrir a diáconos y otras personas para la enseñanza catequética. 

Es más, se llegaron a formar verdaderas escuelas catequéticas. La más famosa es la de Alejandría, donde Orígenes tuvo la oportunidad de elevar esa escuela al máximo nivel intelectual de su tiempo. 

Fue así como el apostolado catequético fue tomando forma hasta llegar a nuestros días, donde, en muchos de los casos, son personas de la comunidad que se encargan de esta enseñanza. 










 Benedicto XVI  el  viernes, 8 febrero 2008    explicó  que el secreto del buen catequista está en el «testimonio personal», que acompaña lo que enseña con lo que vive.

Al analizar junto a los obispos de Costa Rica cómo es posible anunciar a Cristo en tiempos de materialismo y del surgimiento de nuevos ídolos religiosos, con frecuencia sectas, el Papa se detuvo a analizar la importancia decisiva de los catequistas, en su mayoría laicos.


«Es hermoso comprobar su colaboración eficaz para mantener y difundir la llama de la fe mediante la catequesis y la cooperación con las parroquias y las diversas organizaciones pastorales de las diócesis».


«Merecen sin duda la gratitud, el aliento y la atención constante de sus pastores, para que reciban siempre y de manera sistemática una formación cristiana sólida, teniendo en cuenta, además, que son ellos los llamados a llevar los valores cristianos a los diversos sectores de la sociedad, al mundo del trabajo, de la convivencia civil o de la política», aclaró.


Dirigiéndose en particular a los catequistas y animadores de las comunidades, les recordó «la exigencia de que acompañen la transmisión de la recta doctrina con el testimonio personal, con el firme compromiso de vivir según los mandatos del Señor y con la experiencia viva de ser miembros fieles y activos de la Iglesia».


«Este ejemplo de vida –según Benedicto XVI– es necesario para que su instrucción no se quede en una mera transmisión de conocimientos teóricos sobre los misterios de Dios, sino que conduzca a adoptar un modo de vida cristiano».


Esto era decisivo ya en la Iglesia antigua, recordó, «cuando se examinaba al final si los catecúmenos, «han vivido correctamente su catecumenado, si han honrado a las viudas, si han visitado a los enfermos, si han hecho obras buenas»», dijo citando la «Tradición Apostólica» (Traditio Apostolica), una de las constituciones eclesiásticas más antiguas, escrita en torno al año 215.





. Toda la historia de la evangelización de estos dos milenios muestra con gran evidencia lo eficaz que ha sido la misión de los catequistas. Obispos, sacerdotes y diáconos, junto con tantos consagrados, hombres y mujeres, dedicaron su vida a la enseñanza catequética a fin de que la fe fuese la base y el fin  para la existencia personal de cada ser humano.

No se puede olvidar a los innumerables laicos y laicas que han participado directamente en la difusión del Evangelio a través de la enseñanza catequística. Hombres y mujeres animados por una gran fe y auténticos testigos de santidad que, en algunos casos, fueron además fundadores de Iglesias y llegaron incluso a dar su vida. También en nuestros días, muchos catequistas capaces y constantes están al frente de comunidades en diversas regiones y desempeñan una misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe. La larga lista de beatos, santos y mártires catequistas, que ha marcado la misión de la Iglesia, merece ser conocida porque constituye una fuente fecunda no sólo para la catequesis, sino para toda la historia de la espiritualidad cristiana.






Beato Joan Roger Diggle, joven martir de la Fe, que murió  perdonando a sus verdugos 
Allí se integra al grupo "Mar Blava", de la Federació de Joves Cristians de Catalunya, donde encuentra una comunidad y una misión: llevar a Jesús a los demás. Empieza a ser catequista en la parroquia de Sant Pere del Masnou y se implica en las actividades de los fejocistas, donde encuentra un estilo de vida: el estudio, el trabajo, el deporte, el excursionismo, la cultura... Siente la importancia de vivir la fe acompañado, junto a los compañeros de grupo y también de los "curas amigos de los jóvenes". La parroquia y el local de "Mar blava" son para él el lugar de encuentro con los amigos, los compañeros y, sobre todo, con Dios. 




 



San Artemide Zatti, médico, desde su profesión y en la conducción del Hospital, educó y formó en la Fe  a sus pacientes y personal de la salud.









BEATO CARLO ACUTIS






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Preguntas:


1)  A la luz de los textos:   


San Juan 1, 1-15

San Mateo 28, 18-20


¿Que lugar tiene la Catequesis en la historia de la humanidad y el plan de salvación?


2) ¿Cómo entender lo que narra Hechos 11, 19-21, respecto de la catequesis?


3) ¿Que dicen los cánones 775 y 777 respecto de la catequesis?


4) ¿Cual es el secreto de "un buen catequista " según Benedicto XVI?   (A los Obispos de Costa Rica el viernes, 8 febrero 2008)



"Al fin mi Inmaculado Corazón Triunfará"



Mártires, una misión eficaz

Homilía Monseñor Fridolin Ambongo La Iglesia de la República Democrática del Congo tiene cuatro nuevos beatos que dan testimonio de la labor...