martes, 25 de abril de 2023

Creador del cielo y de la tierra

 





¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para mirar por él?» (Salmo 8, 4-5) 



  


  Ver luego: Catolicismo y Evolucionismo, Monseñor Munilla


 + ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

 RECIBID ¡OH ESPÍRITU SANTO!, LA CONSAGRACIÓN PERFECTA Y ABSOLUTA DE TODO MI SER, QUE OS HAGO EN ESTE DÍA PARA QUE OS DIGNÉIS SER EN ADELANTE, EN CADA UNO DE LOS INSTANTES DE MI VIDA, EN CADA UNA DE MIS ACCIONES, MI DIRECTOR, MI LUZ, MI GUÍA, MI FUERZA, Y TODO EL AMOR DE MI CORAZÓN.

YO ME ABANDONO SIN RESERVAS A VUESTRAS DIVINAS OPERACIONES, Y QUIERO SER SIEMPRE DÓCIL A VUESTRAS SANTAS INSPIRACIONES. 

¡OH SANTO ESPÍRITU! DIGNAOS FORMARME CON MARÍA Y EN MARÍA, SEGÚN EL MODELO DE VUESTRO AMADO JESÚS. GLORIA AL PADRE CREADOR. GLORIA AL HIJO REDENTOR. GLORIA AL ESPÍRITU SANTO SANTIFICADOR. AMÉN




Yo creo en Dios: el Creador del cielo y de la tierra, el Creador del ser humano... 


  Fuente:

Documento,Catequesis Benedicto XVI,   Miércoles 6 de febrero de 2013 

  




El Credo, que comienza calificando a Dios «Padre omnipotente»





 Él es el «Creador del cielo y de la tierra» 



 «Al principio creó Dios el cielo y la tierra»

 (Gn 1, 1)





Es Dios el origen de todas las cosas y en la belleza de la creación se despliega su omnipotencia de Padre que ama.






Dios se manifiesta como Padre en la creación, en cuanto origen de la vida, y, al crear, muestra su omnipotencia. Las imágenes usadas por la Sagrada Escritura al respecto son muy sugestivas:



"¿Quién midió los mares con el cuenco de la mano, y abarcó con su palmo la dimensión de los cielos, metió en un tercio de medida el polvo de la tierra, pesó con la romana los montes, y los cerros con la balanza?"   (Is 40, 12)








"Yo hice la tierra y creé al hombre en ella. Yo extendí los cielos con mis manos y doy órdenes a todo su ejército."  (Isaias 45, 18)



"Por eso haré temblar los cielos, y se removerá la tierra de su sitio, en el arrebato de Yahveh Sebaot, en el día de su ira hirviente." (Isaias  48, 13)








"¡Cuán numerosas tus obras, Yahveh! Todas las has hecho con sabiduría, de tus criaturas está llena la tierra. Ahí está el mar, grande y de amplios brazos, y en él el hervidero innumerable de animales, grandes y pequeños; por allí circulan los navíos, y Leviatán que tú formaste para jugar con él."   (Salmo 104, 24-26)



"Cuando asentó los cielos, allí estaba yo, cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo,

 cuando arriba condensó las nubes, cuando afianzó las fuentes del abismo,cuando al mar dio su precepto - y las aguas no rebasarán su orilla - cuando asentó los cimientos de la tierra, yo estaba allí, como arquitecto, y era yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo..."

 ( Pr 8, 27-29)






La creación se convierte en espacio donde conocer y reconocer la omnipotencia del Señor y su bondad, y llega a ser llamamiento a nuestra fe...



«Por la fe —escribe el autor de la Carta a los Hebreos— sabemos que el universo fue configurado por la Palabra de Dios, de manera que lo visible procede de lo invisible» (11, 3)



 Algunas de las Vías respecto de la existencia de Dios apliacadas a la creación:

Causa, orden, fin...





Al principio: 


La fe, por lo tanto, implica saber reconocer lo invisible distinguiendo sus huellas en el mundo visible. El creyente puede leer el gran libro de la naturaleza y entender su lenguaje (cf. Sal 19, 2-5); pero es necesaria la Palabra de revelación, que suscita la fe, para que el hombre pueda llegar a la plena consciencia de la realidad de Dios como Creador y Padre. 



En el libro de la Sagrada Escritura la inteligencia humana puede encontrar, a la luz de la fe, la clave de interpretación para comprender el mundo.



El libro del Génesis nos indica que el primer pensamiento de Dios era encontrar un amor que respondiera a su amor.  (Libremente)



El segundo pensamiento es crear un mundo material donde situar este amor, estas criaturas que le correspondan en libertad.



En el Génesis se repite seis veces la frase: «Vio Dios que era bueno» (vv. 4.10.12.18.21.25)



La séptima vez, después de la creación del hombre: «Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno» (v. 31).



La acción creadora de Dios trae orden, introduce armonía, dona belleza.  




"Lo que no existe no puede darse la existencia a sí mismo..."



Nada puede darse la vida a sí mismo...





El Logos:  



Del Génesis emerge luego que el Señor crea con su Palabra: en el texto se lee diez veces la expresión «Dijo Dios» (vv. 3.6.9.11.14.20.24.26.28.29). 



El Logos de Dios, lo que está en el origen de la realidad del mundo...

(Logos-Palabra- Verbo)



El poder eficaz de la Palabra divina...



 «La Palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos... porque Él lo dijo, y existió; Él lo mandó y todo fue creado» (33, 6.9). 



La vida brota, el mundo existe, porque todo obedece a la Palabra divina. 



En la época de la ciencia y de la técnica, ¿tiene sentido todavía hablar de creación? ¿Cómo debemos comprender las narraciones del Génesis?



 La Biblia no quiere ser un manual de ciencias naturales...



La verdad fundamental que nos revelan los relatos del Génesis es que el mundo no es un conjunto de fuerzas entre sí contrastantes, sino que tiene su origen y su estabilidad en el Logos, en la Razón eterna de Dios, que sigue sosteniendo el universo. Hay un designio sobre el mundo que nace de esta Razón, del Espíritu creador.  



La Escritura nos dice que el origen del ser, del mundo, nuestro origen no es lo irracional y la necesidad, sino la razón y el amor y la libertad.  



"De ahí la alternativa: o prioridad de lo irracional, de la necesidad, o prioridad de la razón, de la libertad, del amor. Nosotros creemos en esta última posición."


"La cumbre de la Creación es el Ser Humano..."



La Creción del ser humano:



"El vértice de toda la creación: el hombre y la mujer, el ser humano, el único «capaz de conocer y amar a su Creador» (const. past. Gaudium et spes, 12)."


"«Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para mirar por él?» (Salmo  8, 4-5)."


"El ser humano está habitado por esta paradoja: nuestra pequeñez y nuestra caducidad conviven con la grandeza de aquello que el amor eterno de Dios ha querido para nosotros."


 El proyecto de Dios sobre el hombre:  Dios formó al hombre con el polvo de la tierra (cf. Gn 2, 7). 


Esto significa que no somos Dios, no nos hemos hecho solos, somos tierra; pero significa también que venimos de la tierra buena, por obra del Creador bueno. 




Todos los seres humanos son polvo, más allá de las distinciones obradas por la cultura y la historia, más allá de toda diferencia social; somos una única humanidad plasmada con la única tierra de Dios.


El ser humano se origina porque Dios sopla el aliento de vida en el cuerpo modelado de la tierra (cf. Gn 2, 7). El ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 26-27). 


"Toda vida humana —nos dice la Biblia— está bajo la especial protección de Dios. Esta es la razón más profunda de la inviolabilidad de la dignidad humana contra toda tentación de valorar a la persona según criterios utilitaristas y de poder. El ser a imagen y semejanza de Dios indica luego que el hombre no está cerrado en sí mismo, sino que tiene una referencia esencial en Dios..."



El Génesis:



Del Libro del Génesis encontramos dos imágenes significativas: el jardín con el árbol del conocimiento del bien y del mal y la serpiente (cf. 2, 15-17; 3, 1-5). 



El Jardín:     "Dios puso al ser humano no es una foresta salvaje, sino un lugar que protege, nutre y sostiene; y el hombre debe reconocer el mundo no como propiedad que se puede saquear y explotar, sino como don del Creador, signo de su voluntad salvífica, don que se ha de cultivar y custodiar, que se debe hacer crecer y desarrollar en el respeto, en la armonía, siguiendo en él los ritmos y la lógica, según el designio de Dios (Gn 2, 8-15).


La Serpiente:   La serpiente es una figura que deriva de los cultos orientales de la fecundidad, que fascinaban a Israel y constituían una constante tentación de abandonar la misteriosa alianza con Dios. A la luz de esto, la Sagrada Escritura presenta la tentación que sufrieron Adán y Eva como el núcleo de la tentación y del pecado.


El núcleo de la tentación:  ¿Qué dice, en efecto, la serpiente? No niega a Dios, pero insinúa una pregunta solapada: «¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?» (Gn 3, 2)


La serpiente suscita la sospecha de que la alianza con Dios es como una cadena que ata, que priva de la libertad y de las cosas más bellas y preciosas de la vida. La tentación se convierte en la de construirse solos el mundo donde se vive, de no aceptar los límites de ser creatura, los límites del bien y del mal, de la moralidad; la dependencia del amor creador de Dios se ve como un peso del que hay que liberarse.


El Pecado: Se desvirtúa la relación con Dios, con una mentira: todas las demás relaciones se ven alteradas.


El otro se convierte en un rival, en una amenaza: Adán, después de ceder a la tentación, acusa inmediatamente a Eva (cf. Gn 3, 12); los dos se esconden de la mirada de aquel Dios con quien conversaban en amistad (cf. 3, 8-10); el mundo ya no es el jardín donde se vive en armonía, sino un lugar que se ha de explotar y en el cual se encubren insidias (cf. 3, 14-19); la envidia y el odio hacia el otro entran en el corazón del hombre: ejemplo de ello es Caín que mata al propio hermano Abel (cf. 4, 3-9).


Al ir contra su Creador, en realidad el hombre va contra sí mismo, reniega de su origen y por lo tanto de su verdad; y el mal entra en el mundo.


Después de esta libre decisión del hombre a favor de la mentira contra la verdad, el mal entra en el mundo. 


El pecado engendra pecado y todos los pecados de la historia están vinculados entre sí.


Antes que nada debemos considerar que ningún hombre está cerrado en sí mismo, nadie puede vivir solo de sí y para sí; nosotros recibimos la vida de otro y no sólo en el momento del nacimiento, sino cada día. El ser humano es relación: yo soy yo mismo sólo en el tú y a través del tú, en la relación del amor con el Tú de Dios y el tú de los demás. Pues bien, el pecado consiste en enturbiar o destruir la relación con Dios, esta es su esencia: destruir la relación con Dios, la relación fundamental, situarse en el lugar de Dios. 


El Catecismo de la Iglesia católica afirma que con el primer pecado el hombre «hizo la elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de creatura y, por tanto, contra su propio bien» (n. 398). 


 S la estructura relacional de la humanidad está turbada desde el inicio, todo hombre entra en un mundo marcado por esta alteración de las relaciones, entra en un mundo turbado por el pecado, del cual es marcado personalmente; el pecado inicial menoscaba e hiere la naturaleza humana (cf. Catecismo de la Iglesia católica, 404-406). 


Sólo si Aquél de quien nos hemos alejado viene a nosotros y nos tiende la mano con amor, las justas relaciones pueden reanudarse. 


Así como Adán no reconoce que es creatura y quiere ponerse en el lugar de Dios, Jesús, el Hijo de Dios, está en una relación filial perfecta con el Padre, se abaja, se convierte en siervo, recorre el camino del amor humillándose hasta la muerte de cruz, para volver a poner en orden las relaciones con Dios. La Cruz de Cristo se convierte de este modo en el nuevo árbol de la vida. 


El mal, con su carga de dolor y de sufrimiento, es un misterio que la luz de la fe ilumina, que nos da la certeza de poder ser liberados de él: la certeza de que es bueno ser hombre. 







San Juan 1, 1-5


"En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.

Ella estaba en el principio con Dios.

Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.

En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,

y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron..."












miércoles, 12 de abril de 2023

El Creador...


 



¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para mirar por él?» (Salmo 8, 4-5) 

  

  

Yo creo en Dios: el Creador del cielo y de la tierra, el Creador del ser humano... 

  

  

BENEDICTO XVI,  AUDIENCIA GENERAL 

  

Miércoles 6 de febrero de 2013 

  

  

  

Mártires, una misión eficaz

Homilía Monseñor Fridolin Ambongo La Iglesia de la República Democrática del Congo tiene cuatro nuevos beatos que dan testimonio de la labor...